La Casa Blanca ha intentado minimizar las expectativas sobre lo que pueda surgir del encuentro -postergado en dos ocasiones por problemas de agenda-, pero ha insistido en que Obama mantiene su compromiso de impulsar la reforma este año.

Obama repitió ese compromiso, ya presentado durante la campaña electoral, durante un desayuno de oración con líderes religiosos y comunitarios el viernes pasado.

Lo que no esbozó fue un cronograma para echar a andar la reforma, quizá porque el encuentro del jueves, según ha explicado la Casa Blanca, servirá como “punto de partida” para elaborar una estrategia común sobre el tema.

Mientras, dentro y fuera del Congreso, existe el temor de que, ante una apretada agenda legislativa y el clima político actual -en medio de una recesión y donde no hay consenso sobre las reformas energética y de salud-, la reforma migratoria tendrá que esperar incluso hasta después de los comicios legislativos de 2010.

El mismo portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, reconoció el lunes que la “matemática” dificulta las conversaciones, si bien insistió en que Obama quiere reactivar el diálogo este año.

En los últimos días, la prensa nacional ha puesto en duda la posibilidad de que la reforma salga a flote este año.

La junta editorial del diario “The Christian Science Monitor, por ejemplo, acusó hoy mismo a Obama de darle largas a la reforma, después de que prometió que ésta sería una prioridad de su Gobierno.

“La diferencia entre la campaña y el Despacho Oval es la realidad política”, argumentó el diario.

Esa misma realidad es la que hace difícil predecir si el plan de reforma logrará en 2009 los 218 votos mínimos en la Cámara de Representantes y los 60 en el Senado.

“Es un tema muy polarizante. Francamente no creo que se aprobará y sucederá lo mismo que sucedió con la reforma de 2007: los conservadores seguirán exigiendo primero la vigilancia fronteriza y habrá reacciones negativas de la opinión pública”, dijo a Efe Helen Krieble, presidenta de la Fundación Vernon K. Krieble.

“Habría mucho resentimiento de que se le dé amnistía a los indocumentados, por eso el país necesita otro tipo de solución que les permita trabajar”, agregó Krieble, quien propone un nuevo programa de trabajadores huéspedes, con “tarjeta roja” incluida, en base a las necesidades del mercado laboral.

Algunos legisladores republicanos ahora repiten sus reticencias o llana oposición a la legalización de los indocumentados, y otros no han querido pronunciarse hasta no ver que la reforma tome cuerpo en un proyecto de ley, entre ellos el “número dos” de la minoría en la Cámara de Representantes, Eric Cantor.

“La máxima prioridad del legislador Cantor es la creación de empleos, el crecimiento económico y la seguridad financiera de este país. Es todo lo que voy a decir”, dijo hoy a Efe el portavoz de Cantor, Brad Dayspring.

En el otro extremo, algunos legisladores y activistas comunitarios creen que, pese a todo, hay razones para el optimismo, tomando en cuenta que los máximos líderes demócratas en ambas cámaras apoyan la reforma.

“Sigo siendo optimista de que éste es el momento para avanzar en la reforma migratoria integral. Mi expectativa del jueves es que se establezca un cronograma y se determine quiénes liderarán el esfuerzo en ambas cámaras”, dijo a Efe el legislador demócrata Luis Gutiérrez, uno de sus principales promotores.

“En base a mis reuniones con colegas en ambas cámaras y de ambos partidos, confío en que los votos están allí, así como el compromiso político”, agregó.

Consciente del campo minado que es la reforma, Gutiérrez enfatizó: “ahora necesitamos que el presidente nos demuestre que existe la voluntad para cumplir con su promesa y para liderar en este asunto”. EFE